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ningún impedimento le estorbaría su camino; iban los remos igualados en la crujía, y toda la gente sentada por los bancos y ballesteras, sin que en toda la galeota se descubriese otra persona que la del cómitre, que por más seguridad suya se hizo atar fuertemente al estanterol; volaba el bajel con tanta ligereza, que en tres días y tres noches, påsando a la vista de Trápana, de Melazo y de Palermo, embocó por el Faro de Mesina, con maravilloso espanto de los que iban dentro y de aquellos que desde la tierra los miraban. En fin, por no ser tan prohijo en contar la tormenta como ella lo fué en su porfía, digo que cansados, hambrientos y fatigados con tan largo rodeo, como fué bajar casi toda la isla de Sicilia, llegamos a Tripol de Berbería, donde a mi amo (antes de haber hecho con sus levantes la cuenta del despojo, y dádoles lo que les tocaba, y su quinto al rey, como es costumbre), le dió un dolor de costado tal, que dentro de tres días dió con él en el infierno; púsose luego el rey de Tripol en toda su hacienda, y el alcaide de los muertos que allí tiene el Gran Turco (que como sabes es heredero de los que no le dejan en su muerte), estos dos tomaron toda la hacienda de Fetala mi amo, y yo cupe a este que entonces era virrey de Tripol; y de allí a quince días le vino la patente de virrey de Chipre, con el cual he ven: lo hasta aquí sin intento de rescatarme, porque aunque él me ha dicho muchas veces que me rescate, pues soy hombre principal, como se lo dijeron los