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dido y muerto; y si no fuera que los soldados se dieron antes a robar que a matar, ninguno quedara con vida; mas cuando ellos andaban más encendidos y más atentos en su robo, dió un turco voces, diciendo: "Arma, soldados, que un bajel de cristianos nos embiste"; así era la verdad, porque el bajel que descubrió el bergantín del cadí venía con insignias y banderas cristianescas, el cual llegó con toda furia a embestir el bajel de Hazán; pero antes que llegase, preguntó uno desde la proa en lengua turquesca que qué bajel era aquél. Respondiéronle que era de Hazán bajá, virrey de Chipre. "Pues ¿cómo—replicó el turco—, siendo vosotros mosolimanes, embestís y robáis a ese bajel, que nosotros sabemos que va en él el cadí de Nicosia?" A lo cual respondieron que ellos no sabían otra cosa más de que al bajel les habían ordenado tomasen, y que ellos como sus soldados y obedientes habían hecho su mandamiento. Satisfecho de lo que saber quería el capitán del segundo bajel que venía a la cristianesca, dejó de embestir al de Hazán, y acudió al del cadí, y a la primera rociada mató más de diez turcos de los que dentro estaban, y luego le entró con grande ánimo y presteza; mas apenas hubieron puesto los pies dentro, cuando el cadí conoció que el que le embestía no era cristiano, sino Alí bajá, el enamorado de Leonisa; el cual, con el mismo intento que Hazán, había estado esperando su venida, y por no ser conocido había hecho vestidos a sus soldados como cristianos, para que con esta