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diligencia que yo puse en procurar su libertad, pues, olvidándome del mío, ofrecí por su rescate toda mi hacienda (aunque ésta que al parecer fué liberalidad, no puede ni debe redundar en mi alabanza, pues la daba por el rescate de mi alma); lo que después acá a los dos ha sucedido requiere para más tiempo otra sazón y coyuntura, y otra lengua no tan turbada como la mía:

basta deciros por ahora que, después de varios y extraños acaescimientos y después de mil perdidas esperanzas de alcanzar remedio de nuestras desdichas, el piadoso cielo, sin ningún merecimiento nuestro, nos ha vuelto a la deseada patria, cuanto llenos de contento, colmados de riquezas; y no nace dellas ni de la libertad alcanzada el sin igual gusto que tengo, sino del que imagino que tiene esta en paz y en guerra dulce enemiga mía, así por verse libre, como por ver como ve el retrato de su alma: todavía me alegro de la general alegría que tienen los que me han sido compañe.

Tos en la miseria; y aunque las desventuras y tristes acontecimientos suelen mudar las condiciones y aniquilar los ánimos valerosos, no ha sido así con el verdugo de mis buenas esperanzas; porque con más valor y entereza que buenamente decirse puede, ha pasado el naufragio de sus desdichas y los encuentros de mis ardientes cuanto hcnestas importunaciones: en lo cual se verifica que mudan el cielo y no las costumbres los que en ellas tal vez hicieron asiento. De todo esto que he dicho, quiero inferir que yo le ofrecí mi