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EDGAR POE. — NOVELAS Y CUENTOS

muy posible que este misterio le embarazara tanto, á causa de ser su descubrimiento demasiado evidente por sí mismo.

— Sí, dije, recuerdo bien su hilaridad. Crei realmente que caería en convulsiones.

— El mundo material, continuó Dupin, abunda en muy estrictas analogías con el inmaterial; y así se ha dado algún color de verdad al dogma retórico de que la metáfora ó símil, puede ser empleada para dar más fuerza á un pensamiento ó embellecer una descripción. El principio de vis inertiæ, por ejemplo, parece ser, idéntico en física y metafisica. No es más cierto en la primera, que un gran cuerpo es puesto en movimiento con más dificultad que uno pequeño, y que su subsecuente momentum es proporcionado á esa dificultad, que lo es en la segunda, que intelectos de la más vasta capacidad, aunque más potentes, más constantes y más fecundos en sus movimientos que los de inferior grado, son sin embargo los menos prontamente movidos, y más embarazados y llenos de hesitación en los primeros pasos de sus progresos. Otra cosa: ¿ha notado Vd. alguna vez cuáles son las muestras de casas de negocio que más llaman la atención?

— Nunca he acordado la más mínima observación á ese punto, dije.

— Hay un juego de acertijos, replicó él, que se juega sobre un mapa. Uno de los jugadores pide al otro que encuentre una palabra dada, el nombre de una ciudad, rio, estado ó imperio; una palabra, en fin, sobre la abigarrada y confusa superficie de la carta. Un novicio en el juego trata generalmente de embarazar á sus contrarios, dándoles á buscar los nombres escritos con