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EL DOCTON BREA Y EL PROFESOR PLUMA

se aplicaba el primer sistema y cuando mis enfermos tenían el privilegio de pasearse por todas partes á su voluntad, eran á veces victimas de crisis peligrosas producidas por personas irreflexivas, invitadas á examinar nuestro establecimiento. Me he visto, pues, obligado á imponer un riguroso sistema de exclusión y de entonces acá nadie ha tenido acceso en el establecimiento, mientras yo no estuviese seguro de su discreción.

— ¿Cuando se aplicaba el primer sistema de Vd.? —dije yo repitiendo sus propias palabras.— ¿Quiere esto decir que ha dejado de aplicarse en su establecimiento el sistema de dulzura, de que tanto me han hablado?

— Hace algunas semanas, replicó, que hemos decidido abandonarlo para siempre.

— ¿De veras? ¡me llena Vd. de asombro!

— Hemos juzgado absolutamente necesario, —dijo lanzando un suspiro,— á volver á los antiguos procedimientos. El sistema en cuestión era una exposición constante y se han exagerado demasiado sus ventajas. Creo, caballero, que si se ha hecho algún ensayo leal del mismo ha sido en esta casa. Hemos hecho cuanto razonablemente podía sugerir la humanidad. Siento en el alma que no nos haya Vd. hecho su visita antes de ahora, pues habría Vd. podido juzgar por sí mismo. Pero supongo que está Vd. bien al corriente del sistema de la dulzura en todos sus detalles.

— Al contrario, lo poco que de él conozco lo sé por referencia.

— Definiré el sistema en términos generales: puede decirse que es un sistema en quese guardan al enfermo

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