la reputación del que era todo para ella, y no basta, para contentarla, que se diga que él era un genio: es necesario que se sepa que era un hombre de deber y de afección. Es evidente que esta madre — antorcha y hogar encendido por un rayo del más alto cielo — ha sido dada en ejemplo á nuestras razas demasiado poco cuidadosas de la abnegación, del heroísmo y de todo lo que es más que el deber. ¿No era justicia inscribir á la cabeza de las obras del poeta el nombre de la que fué el sol moral de su vida [1]? Embalsamará con su gloria el nombre de la mujer cuya ternura sabía curar sus llagas, y cuya imagen revoloteará incesantemente por arriba del martirologio literario.
La vida de Poe, sus costumbres, sus maneras, su ser físico, todo lo que constituye el conjunto de su personaje, nos aparecen como algo de tenebroso y de brillante á la vez. Su persona era singular, seductora, y como sus obras, marcada con un indefinible sello de melancolía. Era notablemente bien dotado de todas maneras. Joven, había mostrado una rara aptitud para los ejercicios físicos, y bien que fuera pequeño, con pies y manos de mujer, llevando además en todo su aspecto
- ↑ Baudelaire ha dedicado en efecto su traducción á Mrs. Marta Clemn. (N. del T.)