Página:Obras completas de Platón - Tomo I (1871).djvu/315

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ventajas es preciso añadir además una, que no es pequeña, y es que esta ciencia de la esgrima hace los hombres más valientes y más atrevidos en los combates, sin que despreciemos otro efecto que produce, por insignificante que parezca, y es, que en ocasiones da al hombre cierto aire marcial y apuesto que impone á sus enemigos. Soy, pues, de dictámen, Lisímaco, que es preciso enseñar á los jóvenes estos ejercicios, y ya he dado las razones. Si Laques es de otro dictámen, le oiré con gusto.

Pero, Nicias, es necesario mucho atrevimiento para decir de cualquier ciencia que no debe aprenderse, porque siempre es bueno saber de todo; y si la esgrima es una ciencia, como lo pretenden los que la enseñan y como Nicias lo dice, estoy conforme en que conviene aprenderla; pero si no es una ciencia y los que se dicen sus maestros nos engañan á fuerza de ponderarla, ó sí, áun siendo ciencia, es de poco interés, ¿para qué consagrarse á ella? Lo que me obliga á hablar así es el estar persuadido de que si fuera una ciencia que mereciera la pena, no hubieran los lacedemonios dejado de cultivarla, cuando no hacen más en toda su vida que buscar y aprender las cosas que pueden hacerles superiores en la guerra á sus enemigos. Yáun cuando esto se hubiera ocultado á los lacedemonios, hé aquí lo que no han podido ignorar los maestros de esgrima; y es que, de todos los griegos, los lacedemonios son los más apasionados por todo lo que hace relacion al ejercicio de las armas, y que los maestros de esgrima, que allí adquiriesen reputacion, harian indudablemente por todas partes su negocio, como sucede respecto de los poetas trágicos que se acreditan en Atenas. Porque todo hombre, que se reconoce con talento para hacer tragedias, no corre el Ática y va de ciudad en ciudad á representar sus piezas, sino que se viene derecho aquí, para que aquí se representen, y tiene razon; en vez de lo que