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todo lo que existe, puede, sin embargo, aspirar á conocer la verdad en los límites del poder concedido á su inteligencia. Se le ha dado el mundo como objeto de sus meditaciones, y es indigno del hombre, como dice Aristóteles, el no procurar la adquisicion de conocimientos que puede alcanzar. Podrá errar en sus indagaciones, pero, así y todo, su trabajo no será perdido, porque su inteligencia se elevará con este estudio, la verdad habrá levantado alguna punta del velo que la cubre, pues es imposible, dice Aristoteles, que aquella se oculte por completo.

Esta es la tarea, tan noble y tan digna del hombre, que Aristóteles ha emprendido, y el resultado de sus indagaciones prueba, por lo menos en parte, que no exageraba el poder del genio humano.

Se ha dicho, y se repite aún, que lo que principalmente ha faltado á la antigüedad, ha sido el método. Si al decir esto se quiere dar á entender que las obras de los antiguos no presentan esa regularidad en la forma y ese encadenamiento entre las partes que distinguen á las obras modernas, y particularmente á las producciones del espíritu frances, seguramente se dice una verdad. Pero si Aristoteles, porque á él es á quien principalmente se dirige este cargo, si Aristóteles, repito, no procede siempre en la apariencia con un órden y una simetría perfecta; si en él aparecen las cuestiones muchas veces reproducidas ó abandonadas contra lo que era de esperar, ó interrumpidas en su desenvolvimiento para reaparecer más adelante, ó sólo indicadas, y á veces enteramente omitidas cuando el curso de las ideas parece reclamarlas y exigir su desarrollo; si el método, por último, se muestra apenas en la superficie, no por eso puede decirse que no existe; y ántes bien, él es el que dirige, el que inspira sin cesar el pensamiento, el que da esa unidad que no puede desconocerse, por poco que se intente romper la cubierta exterior y penetrar en el fondo de las cosas.

Aristóteles en ninguna parte ha formulado expresamente su método; no traza al principio de su obra las líneas en que habrá de encerrar su pensamiento; pero, guiado por aquel profundo buen sentido que es el carácter propio de su genio, sigue un método del cual jamás se separa. Este método no es estrecho ni exclusivo; se presta á todas las formas del pensamiento; no es ni la mera experiencia, ni la dialéctica, ni el método histórico; es una cosa mejor; sigue á la vez y sucesivamente todos estos métodos. Aristóteles no es el teórico del método, es metódico, como se era elocuente en las primeras edades: el Ulises de Homero no tenía necesidad de conocer cómo y por qué sabía persuadir á los hombres.

Una cosa que ha llamado la atencion con frecuencia, y que ha podido influir en el juicio general que se forma de la filosofía de Aristóteles, es el que, en un tratado que tiene por objeto la indagacion de los principios más elevados de la ciencia, en un tratado sobre la filosofía primera, sobre el sér, sobre Dios, tome por punto de partida la experiencia sensible. A cada instante, Aristóteles se apoya en los datos experimentales; sin cesar nos lleva á ellos, y hasta formula las leyes de la experiencia. Pero cuidemos