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de no equivocarnos; si la experiencia de los sentidos está en el punto de partida, no está en todas partes, no se encierra en esto el pensamiento; aquella es tan sólo como una grada necesaria sobre la que es preciso apoyarse para subir más alto. La experiencia da la verdad, pero sólo una parte de la verdad; la experiencia no constituye la ciencia. Es esencialmente distinta de ella; la experiencia es, si se quiere, la condicion, pero difiere de la ciencia tanto como difiere el albañil del arquitecto.

Todo debía inclinar á Aristóteles á despreciar el testimonio de los sentidos; así la autoridad de su maestro como las preocupaciones filosóficas contrarias á la certicumbre del mundo sensible esparcidas en su tiempo; pero su genio pudo más que las circunstancias, y uno de los principales caracteres de su doctrina es el regreso á la realidad y el restablecimiento de los sentidos en sus legítimos derechos. Sin embargo, Aristóteles sólo pide á éstos lo que pueden dar, lo que les corresponde, pero los abandona tan pronto como, léjos de servirle, pueden extraviarle. No se encierra, como se ha supuesto, en ese empirismo grosero, que pretende reducirlo todo á las nociones sensibles; léjos de ello, se dirige tambien al sentido íntimo, á este genio de la conciencia revelado por Sócrates y que inspiró á Platon, y á él pide los principios que los sentidos no pueden explicar.

En efecto, al lado de la experiencia de los sentidos, es preciso admitir una experiencia interior, la del pensamiento obrando sobre sí mismo, única que nos eleva á esos principios, á esas leyes del mundo, que los sentidos no pueden percibir. Es cierto que Aristóteles no ha distinguido expresamente estos dos modos de conocer, pero se sirve de ambos.

Una vez firme sobre esta base, entónces Aristóteles vuela y se lanza å esas regiones del pensamiento, tan atrevidamente recorridas ántes de él por Platon. Si no toma de su maestro esas alas divinas que le llevaban al mundo de las ideas, su vuelo, no por ser más regular, deja de ser menos audad ni ménos sublime. Una vez en estas alturas, ha podido exclamar, que Platon ha visto mal, que sus ojos han sido deslumbrados por la luz; pero de ninguna manera ha entrado en su plan el destruir este mundo de la inteligencia. Segun él, como segun Platon, la ciencia descansa en el conocimiento de lo general; y sólo posee verdaderamente la ciencia, á juicio de Aristóteles, el que conoce lo general, por más que en un caso particular aparezca ménos hábil. El arquitecto construiría con más dificultad que el último de los albañiles un palacio; pero, sin embargo, el arquitecto forma los planos, y hace que se ejecuten.

Experiencia de la conciencia, experiencia interna, désele éste ó cualquier otro nombre, unida á la experiencia sensible; hé aquí el primer grado del método de Aristóteles; pero este método tambien es experimental en otros conceptos. Al filósofo no basta consultar sus sentidos y su razon; en torno de él se hacen observaciones, y en todos tiempos la humanidad ha observado; y el resultado de estas observaciones sucesivas, consignado en el lenguaje, constituye el sentido comun. El filósofo no puede desdeñar el