pon admiten un solo elemento, el agua ó lo húmedo; segun Hipaso de Metaponte y Heráclito, el universo nace las trasformaciones sucesivas del fuego, principio más sutil; en términos que el fuego es el que produce el órden y los trastornos del mundo. Empedocles aumenta el número de los elementos hasta cuatro. Anaxágoras los extiende hasta lo infinito, pero considerándolos como materiales. El principio de todos los seres es la materia, la sustancia, una ó múltiple, que persiste la misma bajo todas las modificaciones, y de ella provienen todas las cosas, y todas las cosas van á parar á ella. El error de estos filósofos, segun Aristóteles, consiste en reconocer sólo los principios de los séres corporales, no obstante existir tambien séres incorporales; ó más bien consiste en explicar los séres inmateriales por medio de los principios de la materia.
Estos filósofos tambien suprimen ó, por mejor decir, olvidan, la causa del movimiento; y sin embargo, toda produccion y toda, destruccion provienen de un principio, y este principio no es inherente á la materia; ni la madera hace la cama, ni el bronce la estatua[1]. Suprimida la causa del movimiento, el mundo queda sin explicacion; toda produccion y toda destruccion son imposibles. Estos filósofos nada dicen tampoco con respecto a la esencia ó principio del bien. De los cuatro principios sentados por Aristóteles, esta escuela sólo admite uno, que es la sustancia, pero la sustancia considerada bajo el exclusivo punto de vista de la materia.
Los Eleatas van más lejos; no olvidan la causa del movimiento como los filosofos anteriores, sino que la suprimen de intento. Lo que llama su atencion principalmente es la unidad del mundo, y en esta unidad absorben la pluralidad de los fenómenos. La gran cuestion que importa resolver, y que toda filosofía, por poco elevada que sea, precisamente ha de encontrar al paso, es la explicacion de la unidad en la pluralidad[2]; y los Eleatas, en lugar de dar alguna explicacion sobre ella, la suprimen, negando, bajo el punto de vista de la razon, la existencia de la pluralidad atestiguada por los sentidos, teniendo el cambio y la produccion por una cosa imposible. El universo es uno, y vive en una inmovilidad perpetua. Parménides admite otros dos principios, lo caliente y lo frio, el fuego y la tierra, para dar razon de las apariencias sensibles, pero no por eso deja de sostener la unidad del todo. El principio del movimiento y la causa final no tienen cabida en semejante sistema. La idea de un Dios se encuentra, sin embargo, entre estos filósofos. Xenófanes mismo, aunque nutrido de las opiniones de los Jónicos, se forma de él una idea bastante elevada, pero sin distinguir á Dios de la materia[3]. Mas la divinidad, segun ellos, no es una causa de movimiento, porque todo es inmóvil.
Con los Atomistas sucede lo contrario; lo que ven en la naturaleza es