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explícitamente por todos los filósofos, y la respuesta que han dado es resúmen y la más alta expresion de todo su sistema.

Si se dice que la sustancia es la materia, se cae necesariamente en los errores de los fisicos; y entónces, ó sólo se da á la materia sus verdaderos caracteres, y se la mira como un ser abstracto, indeterminado, imposibilitándose así absolutamente para explicar los fenómenos sensibles, los cuales son todos determinados y definidos; ó bien, y este ha sido el error general, se ve uno obligado á dar á la materia caracteres que repugnan á su nocion, porque se confunde la materia abstracta, indeterminada, con la forma, es decir, con el principio de la determinacion por excelencia.

Si se admite que la sustancia es lo universal ó el género, se cae en el sistema de Pitágoras ó en el de Platon, porque el número las ideas son universales, y es preciso reconocer entónces, ó que la sustancia está en los objetos, en los individuos, pero en tanto que género, en tanto que atributo universal, y que el número, por ejemplo, ó la proporcion numérica que constituye al hombre, se encuentra en Sócrates ó en Callias, de los que no está separada, viéndose de esta manera reducido á construir el individuo con lo general, sin poder decir lo que constituye en él la individualidad, lo que le distingue de lo general; ó bien que la sustancia está fuera del individuo que le constituye, lo cual no es ménos ininteligible, porque en este caso la sustancia no es ya la sustancia del individuo, ni puede en manera alguna explicar al individuo, y se hace completamente inútil para la produccion de los seres y para la ciencia.

Resta una última suposicion: la verdadera sustancia de los séres será la forma, es decir, el carácter propio de cada objeto, lo que le constituye, lo que le distingue de todos los demas individuos comprendidos en el género.

Este sistema es el de Aristóteles. Se libra de las inconsecuencias de las opiniones precedentes; no separa la sustancia de cada sér del sér mismo, da perfecta razon de la existencia propia de cada objeto, dando por esencia al individuo, no un carácter universal, sino una sustancia particular, que es suya propia, que no puede separarse de él, y que sólo en él se encuentra y no en ningun otro.

Aquí se presenta una grave dificultad: indudablemente hay individuos en la naturaleza, y es indispensable determinar en qué consisten, cuál es su forma, su carácter esencial, pero tambien hay géneros y especies, y estos géneros no son vanas concepciones de nuestro espiritu, no los constituimos en nuestro pensamiento sino que tienen una existencia que no depende de nosotros. La ciencia debe explicarlos tambien, dehe decirnos cuáles son estos caracteres comunes, que aparecen en los séres del mismo género y de la misina especie; y áun admitiendo que cada sér tiene su sustancia propia, es preciso reconocer tambien que hay tipos primeros que se producen en cada uno de ellos, y así, despues de haber creado la ciencia de lo individual, es preciso crear la ciencia de lo general.

Aristóteles conoció la dificultad, y no la resolvió completamente. Segun