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Página:Obras de Aristóteles - Tomo X.djvu/52

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»ó bien son idénticos el uno al otro, ó bien el tiempo es un modo del movi»miento»[1]. En ambos casos es preciso que el movimiento sea eterno como el tiempo, y de aquí dedujo y concluyó la eternidad del motor. Este argumento á primera vista tiene algo de sofistico. El tiempo no está tan intimamente ligado al movimiento, que no pueda separarse de él; el tiempo no es ni el movimiento ni uno de sus modos, porque se puede concebir un tiempo, en que no había aún movimiento. El movimiento no constituye el tiempo y puede, por tanto, no participar de su eternidad. Mas esta prueba, aunque presentada en forma un poco falsa, no por eso deja de ser firme.

Platon no admitia la eternidad del movimiento. Los astros, segun él, habían tenido un comienzo[2]; eternos en el porvenir no lo fueron en el tiempo pasado; y sin embargo, Platon creía tambien en la eternidad del motor. Y, en efecto, poco importa que el movimiento haya comenzado ó que sea eterno, no por eso se puede ménos de ir en busca de una causa primera, eterna, que no dependa de ninguna otra causa. En el sistema de Aristóteles, puede deducirse la eternidad de Dios directamente de la definicion de su esencia. Si su forma sustancial es el acto puro, no pudo tener principio, porque hubiera tenido que existir en potencia ántes de existir en acto, y ya no podría ser un primer principio, porque es de toda necesidad que la primera causa exista en acto.

La inmovilidad del motor aparece en la Metafisica[3], más bien admitida como un hecho que demostrada directamente. Por lo demas es muy fácil demostrarla. Para que el movimiento sea posible, es preciso que haya una causa, un motor. Si este motor está en movimiento, no es en tanto que es motor, porque si se supone un sér que se mueve en sí mismo, será preciso considerar en él dos cosas muy distintas, el movimiento y su causa, y en tanto que causa será inmóvil. Pero es hasta imposible dividir así al primer motor, admitiéndole por una parte como inmóvil, y por otra como poseyendo un movimiento propio, cualquiera que sea la simplicidad de este movimiento. La esencia de Dios es la actualidad pura, y en tanto que acto no puede estar en movimiento. El movimiento es un acto imperfecto; supone de una parte una potencia y de otra un fin, y en Dios no hay nada en estado de potencia, y la potencia y el fin se confunden en él en una actualidad absoluta. No es susceptible de ningun cambio, de cualquier naturaleza que sea, y en este respecto es exacto decir, que es necesario, pero necesario en concepto de causa final y de bien.

Puede asentarse á priori la unidad de Dios, apoyándose en los datos de la razon, que no puede concebir dos infinitos. Puede igualmente deducirse


  1. Metaf., x11, 6.
  2. Segun Aristóteles (Metaf., x, 6), Platon admitía la eternidad del movimiento; pero Platon dice terminantemente en el Timeo, que los astros han sido creados, y que Dios les ha comunicado el movimiento de que gozan, en un instante dado de la duracion. Si hubo algun movimiento anterior á la creacion, fué debido a la materia y no procedió de Dios.
  3. Esta demostracion la habia hecho ya en la Física.