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Página:Obras de Aristóteles - Tomo X.djvu/53

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de la observacion, del exámen del universo, y de los fenómenos que en él se realizan. Aristóteles desprecia el primero de estos dos métodos, que es ciertamente el más seguro, y el único que puede dar una perfecta evidencia.

La prueba á priori se encuentra implícitamente comprendida en la mayor parte de sus opiniones sobre la divinidad, pero no la consigna formalmente en nin guna parte. De la uniformidad del movimiento del cielo y de la armonía del mundo deduce la unidad de Dios. Cada astro tiene un movimiento propio, en tanto que son esencias eternas, pero independientemente de estos movimientos particulares, un movimiento único arrastra á todo el cielo, y este movimiento sólo puede ser resultado de la accion de un principio único. La armonía del mundo es inexplicable, si no se admite un solo motor.

Esta prueba es buena seguramente, y se presenta de suyo al observador ménos atento, pero no es la mejor, ni es perfectamente rigurosa, y Aristóteles no lo ignoraba, porque sólo dedujo de ella una probabilidad, contentándose con añadir, que este sistema es, sin contradiccion, preferible al de todos sus predecesores.

La esencia de Dios es el acto mismo, el acto puro; nada se halla en él en estado de potencia, porque no existiria realmente; no sería el primer motor si su esencia estuviese en potencia. Pero ¿en qué consiste su actualidad?

¿Es un sér sensible, es el mundo en su conjunto, es la inteligencia y la materia? Evidentemente no, porque entónces no sería la actualidad pura, siendo la materia potencia de los contrarios: el acto puro sólo puede encontrarse en la inteligencia, en el pensamiento absoluto, como que es la identidad perfecta de la inteligencia y de lo inteligible. No es una inteligencia ociosa é inerte: «la vida está en él, porque la accion de la inteligencia es »una vida, y Dios es la actualidad misma de la inteligencia; esta actualidad »tomada en sí misma, tal es su vida perfecta.»» En el hombre, el pensamiento difiere de su objeto, no hay identidad entre la potencia y el fin, y así el pensamiento humano no es la actualidad absoluta. Esto no puede suceder en la inteligencia divina. Porque si su pensamiento dependiese de otro prineipio, su esencia no sería el pensamiento, sino una simple potencia; no seria su esencia la mejor, y el pensamiento sería para la divinidad un sa erificio. Pensar, hé aqui el estado habitual de la divinidad, y pensando, sólo piensa en sí misma, piensa en una cosa indivisible, porque es ella misma el pensamiento absoluto, el bien en que piensa de toda eternidad.

«La inteligencia se piensa á si misma, en tanto que abraza lo inteligible, »porque se hace inteligible con este contacto, con este pensar, y hay, por »consiguiente, identidad entre la inteligencia y lo inteligible... La posesion »de lo inteligible es la actualidad de la inteligencia.» Dios es, pues, la actualidad pura y absoluta; fuera del pensamiento, que es su esencia, no hay nada para él, solo piensa en sí mismo, y es el pensamiento del pensamiento.

Dios, en tanto que inteligible, es tambien el bien, y en este concepto es la causa del movimiento de todos los séres. En tanto que pensamiento siempre en acto goza de una felicidad eterna y perfecta. El goce para el