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Gustavo A. Becquer.

de los siglos unió por algunos instantes el mundo que desaparecía con el que se levantaba.

He aquí por qué dijimos que derrocada en nuestra Península la raza del Norte por la del Oriente, el desarrollo de la religión había hecho del desarrollo del arte una necesidad. El secreto impulso que lo empujaba á su destino existía, pues, en la conciencia del genio ismaelita; pero aún se encontraba muy distante del termino de su carrera, por lo que en lo primeros pasos se limitó á satisfacer sus necesidades por medio de la imitación.

En este punto, como fácilmente se comprende, comenzó la primera época de las tres principales en que puede dividirse la historia de la arquitectura muslímica toledana, época que á su vez puede dividirse en dos períodos, uno de imitación, y otro de lucha entre la idea original y la influencia extraña de los diferentes géneros arquitectónicos que se amalgamaron entre sí para crear el nuevo estilo, y que duró en Toledo casi tanto tiempo cuanto permaneció aquella ciudad en poder de los infieles.

Pocas son las muestras que nos quedan hoy de ambos períodos, pues habiendo desaparecido la grande aljama ó alcázar de los reyes moros, como asimismo la mezquita mayor, sobre los cimientos de la cual Fernando el Santo levantó la iglesia primada, sus obras de mayor importancia y por lo