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Gardiner, y por más que ésta se habría alegrado mucho de que su sobrina entrara en materia.

CAPITULO XLVI

Isabel había quedado muy disgustada por no hallar carta de Juana a su primera llegada a Lambton, y ese disgusto habíase renovado cada una de las mañanas que hasta entonces había pasado allí; pero a la tercera de éstas su pena desapareció y su hermana quedó a la par justificada por recibir aquélla dos cartas de ésta a la par, en una de las cuales se indicaba haberse extraviado en determinado punto, lo que no sorprendió a Isabel, pues Juana había escrito en la misma la dirección notablemente mal.

Disponíase a ir a paseo en el preciso momento en que arribaron ambas cartas; y para dejarla disfrutarlas con tranquilidad, sus tíos se marcharon solos. Era lógico atender primero a la extraviada, la cual estaba escrita hacía cinco días. El comienzo contenía una relación de sus pequeñas tertulias e invitaciones, con las noticias que el campo permitía; pero la última mitad, fechada un día después y escrita con evidente agitación, daba más importantes noticias. Era de esta suerte:

«Después de escrito lo anterior, carísima Isabel, ha ocurrido algo de lo más serio e inesperado; pero tengo miedo de alarmarte; ten por entendido que todos estamos bien. Lo que he de decirte se refiere