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averigüe por alguno de los íntimos del regimiento si Wickham cuenta con algunos parientes o relaciones que puedan suponer con probabilidad en qué parte de la capital puede estar oculto. Si hubiera alguien a quien se pudiese acudir con alguna probabilidad de pescar ese hilo, se obtendría gran resultado. Por ahora nada tenemos que nos guíe. Seguro estoy de que el coronel Forster hará cuanto esté a su alcance para satisfacernos en este particular; pero por segunda mano quizá Isabel pudiera señalarnos mejor que otra persona qué parientes le viven a aquél.»


Isabel no dejó de comprender de dónde procedía esa deferencia a su testimonio; mas no le era dado enviar ninguna información tan satisfactoria como merecía semejante cumplido. Jamás había oído si tenía parientes, excepto su padre y su madre, muertos hacía muchos años. Pero era verisímil que alguno de los compañeros de regimiento pudiera dar mayores informes, y aun sin sentirse inclinada a esperarlos, el preguntarlos lo hallaba acertado.

En Longbourn por entonces todos los días eran de ansiedad; pero el momento de mayor ansia de cada uno era cuando se esperaba el correo. La llegada de cartas era el primer motivo importante de impaciencia de todas las mañanas. Por carta se había de comunicar lo que hubiera que decir de bueno o de malo, y cada día que transcurría se esperaba portador de alguna noticia de importancia.