Página:Orgullo y prejuicio - Tomo II (1924).pdf/133

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
131
 

Mas antes de que volvieran a saber del señor Gardiner llegó para el señor Bennet una carta de otro punto, del señor Collins; y como Juana había recibido orden de abrir cuanto llegase para él en su ausencia, la leyó; e Isabel, que sabía cuán estrafalarias eran siempre tales epístolas, mirando por encima de su hermana, leyóla también. Era como sigue:


«Mi querido primo: Me siento llamado por nuestro parentesco y por mi situación en la vida a compadecerte por la penosa aflicción que estás sufriendo, de la cual fuimos informados por una carta de ese condado. Ten por cierto, querido, que la señora de Collins y yo acompañamos en el sentimiento a ti y a toda tu respetable familia en la actual calamidad, que tiene que ser de lo más amargo, ya que procede de causa que el tiempo no puede alejar. No se han de esperar de mí argumentos que puedan aliviar tan seria desventura o consolar en circunstancias que han de ser más aflictivas para un padre que para todos los demás. La muerte de una hija habría sido una bendición en cotejo con esto. Y hay que lamentarlo más, ya que existen motivos para suponer, como mi querida Carlota me comunica, que esa licencia de conducta de tu hija ha procedido de un erróneo grado de indulgencia; aunque al propio tiempo, para consuelo tuyo y de tu esposa, me incline a pensar que su natural debía de ser malo de por sí, pues de otra suerte no se hiciera culpable de tal enormidad en edad