Página:Orgullo y prejuicio - Tomo II (1924).pdf/146

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
144
 

violencia de estos transportes, enderezando los pensamientos de su madre hacia las obligaciones con que la conducta del señor Gardiner cargaba a todos.

—Porque hemos de atribuir esta feliz terminación—añadió—en gran parte a su bondad. Estamos persuadidas de que se ha brindado a auxiliar con dinero a Wickham.

—Bien—exclamó la madre—; es muy natural. ¿Quién lo había de hacer sino tu tío? Si no hubiera tenido familia habríamos de haber poseído su fortuna, ya lo sabéis, y ésta es la vez primera que hemos recibido algo de él, fuera de algunos pocos regalos. Bien; ¡soy tan feliz! Dentro de poco tendré una hija casada, ¡la señora de Wickham! ¡Qué bien suena eso! Y sólo cumplió diez y seis años el pasado junio. Querida Juana, me hallo tan emocionada que sé de cierto que no podré escribir; así, que yo dictaré y tú escribirás por mí. Después determinaremos con tu padre lo relativo al dinero; pero las otras cosas hay que arreglarlas al punto.

Disponíase a proceder a todas las menudencias de indianas, muselinas y batistas, y habría al instante dictado algunas órdenes, a no haberla persuadido Juana, aunque con cierta dificultad, a que esperase a poder consultar con sosiego a su padre. Hizo notar que un día de dilación sería de poca monta, y su madre estaba sobrado contenta para seguir tan obstinada como de costumbre. Además, otros planes le vinieron a la cabeza.

—Iré a Meryton—dijo—en cuanto me vista, a