Página:Orgullo y prejuicio - Tomo II (1924).pdf/171

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
169
 

presentándole la desgracia que había acarreado a su familia. Si me oyó, sería por casualidad, porque estoy convencida de que no me atendía. Algunas veces llegó a cargarme; mas entonces me acordaba de mis queridas Isabel y Juana, y por éstas me revestía de paciencia con aquélla.

»El señor Darcy fué puntual en su regreso, y, cual os dijo Lydia, asistió a la boda. Comió con nosotros al día siguiente, e iba a salir de la capital el miércoles o jueves. ¿Te incomodarás conmigo, querida Isabelita, si aprovecho esta oportunidad para decirte—lo que nunca me había atrevido a decir antes—cuánto me gusta? Su conducta con nosotros en todo ha sido tan agradable como cuando estábamos en el condado de Derby. Su entendimiento, sus opiniones, todo me es grato; no le falta mas que un poco de viveza, y eso, si se casa prudentemente, su mujer se lo podrá enseñar. Téngolo por muy disimulado; apenas pronunció tu nombre. Pero el disimulo parece estar de moda.

»Suplícote que me dispenses si he sido muy presumida, o por lo menos que no me castigues hasta el punto de excluirme de P. Nunca seré por completo feliz hasta que haya dado toda la vuelta al parque. Un faetón bajo con un lindo par de jacas sería el ideal.

»Pero no puedo escribirte más. Los niños me han estado echando de menos durante la última media hora.

»Tu muy afectísima

»M, Gardiner.»