Página:Orgullo y prejuicio - Tomo II (1924).pdf/207

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
205
 

«¿Cómo pude decir yo que se parecía a su sobrino?», díjose en cuanto la miró a la cara.

Al entrar en el breñal, lady Catalina comenzó de este modo:

—Seguramente sabrá usted, señorita de Bennet, la razón de mi viaje aquí. Su propio corazón, su propia conciencia tienen que decir a usted por qué vengo.

Isabel la miró con natural asombro.

—Está usted equivocada de veras: de ninguna manera he sido capaz, señora, de explicarme el honor de verla aquí.

—Señorita de Bennet —repuso Su Señoría con tono de enfado—, debe usted saber que no estoy hecha a burlas; pero por más poco sincera que usted quiera ser no me encontrará a mí lo mismo. Mi carácter ha sido siempre celebrado por su sinceridad y franqueza, y en asunto de tal monta como éste no me he de apartar en verdad de ese mi modo de ser. Se me ha dicho que no sólo su hermana de usted estaba para casarse muy ventajosamente, sino que usted, señorita de Bennet, quedaría unida acaso poco después con mi sobrino el señor Darcy. Aun sabiendo que eso entraña una espantosa falsedad, aunque no quiero injuriar a él hasta suponer que eso sea posible, resolví al instante venir aquí para hacer saber a usted mis sentimientos.

—Si creyó usted que era imposible que eso fuese verdad —dijo Isabel sonrojada de asombro y desdén—, admírame que se haya molestado en