Página:Orgullo y prejuicio - Tomo II (1924).pdf/243

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
241
 

aprobación. Yo te irrité y te interesé por no parecerme a ellas. Por eso me habrías odiado si no hubieras sido en realidad digno de que se te amase; mas a pesar de la fatiga que te tomaste en disfrazarte, tus sentimientos fueron nobles y justos, y desde el fondo de tu corazón despreciabas por completo a las personas que te cortejaban con tanta asiduidad. Mira cómo te he ahorrado el trabajo de contármelo; y en verdad que, considerado todo, comienzo a tener eso por perfectamente razonable. Segura estoy de que no reconoces ahora en mí ninguna excelencia; pero nadie piensa en eso cuando está enamorado.

—¿No había excelencia en tu afectuosa conducta con Juana cuando estaba enferma en Netherfield?

—¡Juana amadísima! ¿Quién podría haber hecho menos por ella? Pero tómalo por virtud si quieres. Mis buenas cualidades quedan bajo tu protección y tú estás para exagerarlas cuanto sea posible; y en cambio a mí me corresponde hallar ocasiones de contrariarte y de disputar contigo tan a menudo como pueda; y así, principiaré por preguntaren derechura: —¿Qué te hacía desear tan poco volver a nuestro asunto? ¿Qué te hizo tan tímido cuando viniste ahora la primera vez, y luego cuando comiste aquí? ¿Por qué, en especial al mirarnos, parecía como si no te cuidaras de mí?

—Porque te veía seria y silenciosa y no me animabas.

—Pero es que yo estaba azorada.

Orgullo y prejuicio.—T. II.
16