Página:Orgullo y prejuicio - Tomo II (1924).pdf/40

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
38
 

grandes esperanzas de que una de vosotras tuviera marido antes de regresar. Juana opino que pronto va a ser vieja, ¡casi tiene veintitrés años! ¡Señor, qué avergonzada estaré si no me he casado antes de los veintitrés!... No os podéis figurar lo que mi tía Philips necesita que os caséis. Dice que Isabelita habría hecho mejor en aceptar a Collins; pero me parece que eso no habría sido muy divertido. ¡Dios mío, cuánto me gustará casarme antes que vosotras! Y entonces os acompañaré a todos los bailes. ¡Ah queridas, qué diversión hemos tenido el otro día en casa del coronel Forster! Catalina y yo fuimos a pasar la velada allí—¡claro, la señora de Forster y yo somos tan amigas!—y convidaron a las dos de Harrigton a que fuesen; pero Enriqueta estaba enferma, y por eso Pen vióse forzada a ir sola; y entonces, ¿qué pensáis que hicimos? Vestimos de mujer a Chamberlayne, con propósito de que pasase por una señora; ¡imaginad qué diversión! Ni un alma lo supo, menos el coronel, la señora de Forster, Catalina y yo, con excepción de mi tía, porque nos vimos obligadas a pedirle prestado uno de sus vestidos; y no podéis figuraros lo bien que resultaba. Cuando Darey, y Wickham, y Pratt, y dos o tres más de los hombres, llegaron, no le conocieron ni lo más mínimo. ¡Señor, cómo me reí!¡Y lo mismo la señora de Forster! Creí morirme. Y eso hizo sospechar algo a los hombres, y pronto dieron en la cosa.

Con análogas historias de reuniones y chanzas trató Lydia, ayudada con las advertencias y adi-