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padre no tenía la menor intención de ceder; pero sus contestaciones eran a la vez tan vagas y equívocas que su madre, aunque con frecuencia descorazonada, no había aún desesperado de salir al cabo con la suya.

CAPITULO XL

La impaciencia de Isabel por comunicar a Juana lo que le había ocurrido no pudo contenerse por más tiempo, y al fin, resolviendo suprimir toda particularidad que a su hermana se refiriese, y preparándola para la sorpresa, contóle a la mañana siguiente lo capital de su escena con Darcy.

El asombro de Juana se aminoró pronto gracías al fuerte afecto fraternal, que le hacía aparecer naturalísimo cuanto fuera admiración por Isabel, y la sorpresa se cambió en otros sentimientos. Dolíase de que Darcy hubiera manifestado los suyos de modo tan poco a propósito para recomendarse; pero todavía le apena ba más el pesar que la repulsa de su hermana tenía que haberle causado.

—Fué un error el creerse tan seguro del éxito —dijo—, y es evidente que no debía aparentarlo; ¡pero considera cuánto más ha tenido que aumentar eso su disgusto!

—Verdad—repuso Isabel—; lo siento de corazón por él; mas abriga él otros sentimientos, que probablemente le harán olvidar su afecto hacia mí.