Página:Orgullo y prejuicio - Tomo II (1924).pdf/89

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
87
 

aquél se dirigían a lo mismo! A veces imaginaba que él hablaba menos que en ocasiones anteriores, y una o dos veces se complació con la idea de que al mirarla trataba él de desentrañar un parecido. Mas, aun siendo todo eso imaginaciones, no podía equivocarse en cuanto a la conducta observada por él con la señorita de Darcy, que fuera presentada como rival de Juana. Ni una mirada se vió por ningún lado que pudiera justificar las esperanzas de la hermana de él; en cuanto a eso, en breve quedó satisfecha; y aun ocurrieron dos o tres menudas circunstancias antes de que se marchasen que, a su ansiosa interpretación, denotaban por parte de Bingley recuerdo de Juana no exento de ternura y deseo de decir algo más, que hubiese podido conducir a mencionarla si se hubiera atrevido. Manifestóle él en un rato en que los demás conversaban, y en tono que revelaba algo de verdadero pesar, que hacía mucho que no tenía el gusto de verla»; y antes de poder ella responder añadió: «Hace cerca de ocho meses. No nos hemos visto desde el veintiséis de noviembre, cuando todos juntos bailamos en Netherfield.»

Isabel se regocijó de hallarlo tan exacto de memoria, y él, después, cuando los demás no se fijaban, tuvo ocasión de preguntarle si todas sus hermanas estaban en Longbourn. No eran de monta ni la pregunta ni el recuerdo precedente; pero se acompañaron de unas miradas y unos ademanes que les prestaron significación.

No podía Isabel a menudo volver la vista a