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CAPITULO XVI

Como no se hizo ninguna objeción al compromiso de las muchachas con su tía y todos los escrúpulos de Collins por el hecho de dejar solos a los señores de Bennet durante su visita a los mismos por causa de una sencilla reunión quedaron firmemente refutados, el coche le condujo temprano a Meryton, en unión de sus cinco primas, y éstas, al entrar en el salón, tuvieron el gusto de oír que Wickham había aceptado la invitación de su tío y se hallaba entonces en la casa.

Una vez comunicado esto y sentados todos, Collins quedó a sus anchas para mirar a su alrededor y dedicarse a admirarlo todo, y quedó tan sorprendido de las dimensiones y del ajuar de la pieza, que declaró haberse figurado que se encontraba en el pequeño comedor de verano de Rosings, comparación que al punto no produjo gran entusiasmo; mas en cuanto la señora de Philips supo por aquél lo que era Rosings y quién era su propietaria; cuando hubo escuchado la descripción de uno solo de los salones de lady Catalina y tuvo noticia de que tan sólo la chimenea había costado ochocientas libras, conoció todo el valor de aquel cumplido y con dificultad habría lamentado que se comparase su salón con la habitación del mayordomo.

En describirle todas las grandezas de lady Catalina y de su mansión, con digresiones de vez en