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soportar los desagradables sentimientos que forzosamente hubieron de acompañarlo, y de vez en cuando alguna enojosa alusión de su madre. En cuanto a Collins, sus sentimientos se manifestaban no por embarazo o melancolía, o en procurar huir de ella, sino por tiesura y silencio, que delataban resentimiento. Apenas le habló ya, y sus asiduas atenciones, de que se jactara tanto, las transfirió durante el día a la señorita de Lucas, cuya cortesía en escucharle sirvió de conveniente refrigerio a todas las otras, y de modo especial a su amiga.

No se disipó al día siguiente el mal humor o el mal estado de salud de la señora de Bennet. Collins, por su parte, se hallaba también en la misma disposición de orgullo herido. Isabel había concebido la esperanza de que su resentimiento acortaría su visita; mas los planes de él no parecieron afectados en lo más mínimo por el hecho. Siempre había pensado en irse el sábado, y hasta el sábado pensaba todavía permanecer.

Tras el almuerzo las muchachas fueron a Meryton para averiguar si Wickham había regresado y lamentar su ausencia en el baile de Netherfield. Unióseles a la entrada de la población y las acompañó a casa de la tía, donde se charló largo y tendido sobre su resentimiento y enojo y sobre la inquietud de todas las demás. Pero ante Isabel reconoció de grado que se había impuesto él mismo la ausencia.

―Consideré ―dijo― cuando se acercaba la hora que haría mejor en no encontrarme con Darcy,