Página:Orgullo y prejuicio - Tomo I (1924).pdf/154

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
152
 

porque estar juntos en el mismo salón durante tantas horas había de ser más fuerte de lo que yo podría soportar, y esa escena podía llegar a hacerse desagradable a otras personas que no fueran yo mismo.

Ella aprobó en absoluto su abstención, tras de discutirla ambos cumplidamente, y tuvieron tiempo para hacerlo, así como para los corteses elogios que mutuamente se dirigieron, mientras que el mismo Wickham y otro oficial los acompañaban a Longbourn, ya que durante ese paseo él se dedicó en particular a ella. El hecho de que las acompañara fué doblemente ventajoso, pues además de recibir Isabel los cumplidos que él le tributó, halló ella ocasión a propósito para presentárselo a sus padres.

Poco después del regreso entregaron a Juana una carta. Venía de Netherfield, y la abrió presurosa. El sobre contenía una hoja de papel elegante y satinado, escrito por bella y fácil mano de mujer, e Isabel notó que el rostro de su hermana cambió en cuanto la hubo leído, observando además que se había parado de propósito, al hacerlo, en algunas palabras. Juana se sobrepuso pronto, y arrojando la carta trató de unirse pronto, con su habitual alegría, a la conversación general; mas Isabel experimentó tal ansiedad por lo observado, que hasta prescindió de atender a Wickham, y no bien éste y su compañero se marcharon, una mirada de Juana la invitó a seguirla al piso de arriba. Llegadas a su cuarto, Juana dijo mostrando la carta:

―Es de Carolina Bingley; su contenido me ha