Página:Orgullo y prejuicio - Tomo I (1924).pdf/197

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
195
 

CAPITULO XXVII

Sin otros acontecimientos importantes en la familia de Longbourn, ni más variación que los paseos a Meryton, unas veces con lodo y otras con frío, pasaron para ella los meses de enero y febrero. En marzo había de ir Isabel a Hunsford. Al principio no había pensado en serio en ir allá; mas vió que Carlota tenía empeño, y poco a poco fué considerando con mayor gusto el hacerlo, así como la cosa más segura. La ausencia había acrecido sus deseos de ver a Carlota y aminorado su repulsión hacia Collins; el proyecto entrañaba cierta novedad, y como con tal madre y tan insoportables hermanas como tenía no podía resultar apetitosa la estancia en casa, no podía recibir mal un cambio así. El viaje le proporcionaba además el placer de dar un abrazo a Juana, y, en suma, cuando llegó el tiempo habría sentido mucho cualquier dilación.

Mas todo se llevó bien, y se arregló en definitiva de acuerdo con el conocido plan de Carlota. Iba a acompañar a sir Guillermo y a su segunda hija. Añadióse a ese plan la mejora de pasar una noche en Londres, y con eso quedó tan perfecto como era posible.

La única pena para Isabel era separarse de su padre, a quien iba a privar de su compañía, y que, al llegar el caso, gustaba tan poco de que se marchase, que le encargó que le escribiese, y hasta casi prometió contestar a su carta.