Página:Orgullo y prejuicio - Tomo I (1924).pdf/209

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
207
 

la elegancia que convienen a ella y a su hija. Sólo te recomendaría que te pusieses el vestido mejor que tengas; no hay que hacer más. Lady Catalina no juzgará mal de ti porque vayas vestida con sencillez. Gústale que se le reserve la distinción correspondiente a su rango.

Mientras se vestían, él fué dos o tres veces a las respectivas puertas recomendando prisa, pues lady Catalina censuraba mucho el tener que esperar para la comida. Tan elevadas noticias de Su Señoría y de su modo de ser habían asustado por completo a María Lucas, poco hecha a sociedad, y miraba por eso su entrada en Rosings con tanto temor como su padre había experimentado cuando su presentación en St. James.

Como el tiempo era hermoso, la ida fué un agradable paseo de media milla a través del parque. Todo parque posee sus bellezas y sus perspectivas, e Isabel halló en aquél mucho que la agradó, aunque no le produjo el entusiasmo que Collins creía que había de inspirarle la escena; y así, sólo débilmente la interesó la enumeración que aquéi le hizo de las ventanas de la fachada de la casa y la relación de lo que la totalidad de las vidrieras había costado a sir Luis de Bourgh.

Cuando subían por la escalera hacia el vestíbulo, la excitación de María crecía por momentos y ni sir Guillermo se hallaba tranquilo por completo. A Isabel no le faltaba por entonces valor. Nada había oído de lady Catalina que le revelase extraordinario talento o virtud de santa, y pensaba que