Página:Orgullo y prejuicio - Tomo I (1924).pdf/74

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
72
 

a ninguna clase de conversación; él se limitaba a contestar a sus preguntas y proseguía su lectura. Al fin, agobiada con la perspectiva de tener que entretenerse con su libro, que sólo había cogido por ser el segundo tomo del que leía él, dió un gran bostezo y dijo:

—¡Qué agradable es pasar así una velada! Declaro que no hay placer como la lectura. ¡Cuánto más pronto cansa cualquiera otra cosa que un libro! Cuando tenga casa propia me creeré desgraciada si no poseo una excelente biblioteca.

Nadie replicó. Bostezó entonces de nuevo, arrojó a un lado su libro y lanzó la vista alrededor en busca de entretenimiento, cuando, oyendo a su hermano mencionar a Juana su baile, se volvió de repente hacia él y dijo:

—¿De modo, Carlos, que piensas seriamente en dar un baile en Netherfield? Te aconsejaría que antes de decidirte consultases los deseos de los presentes; mucho me engaño si no hay entre nosotros alguien para quien un baile resultaría más bien castigo que diversión.

—Si lo dices por Darcy —exclamó su hermano—, puede él irse a la cama, si así lo prefiere, antes de que principie la fiesta; pero en cuanto a dar el baile, es cosa en absoluto resuelta, y tan pronto como Nicolls haya hecho suficiente sopa blanca hará circular las invitaciones.

—Me gustarían muchísimo más los bailes —replicó ella— si fueran de otro modo; pero hay algo pesado hasta lo insufrible en el proceso ordinario