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abierto el piano, y a Darcy, tras breves momentos consagrados al recuerdo, no le pesó. Comenzaba a notar el peligro de dedicarse demasiado a Isabel.

CAPITULO XII

De acuerdo con su hermana, Isabel escribió la mañana siguiente a su madre suplicándole que les enviase el coche aquel día. Pero la señora de Bennet, que había calculado que la estancia de sus hijas en Netherfield duraría hasta el jueves siguiente, en que Juana llevaría allí una semana justa, no se avenía a recibirlas antes de esa fecha. Su respuesta no fué, pues, propicia, o por lo menos no fué a gusto de Isabel, quien estaba impaciente por volver a su casa. La señora de Bennet les decía que no era posible disponer del coche hasta el jueves, añadiendo en la posdata que si el señor Bingley y su hermana las instaban a quedarse más tiempo accedería muy a gusto. Mas Isabel estaba resuelta a no permanecer más allí, sin esperar siquiera que aquello se les propusiera; y temerosa, por el contrario, de que fuesen consideradas molestas, instó a Juana a pedir al punto el coche a Bingley, y al fin decidieron ambas manifestar aquella misma mañana su proyecto de dejar Netherfield y hacer dicha petición.

Esta petición provocó abundantes manifestaciones de sentimiento y que repetidas veces expusieran las Bingley su deseo de que se quedasen ellas