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asegurarles que vengo dispuesto a admirarlas. Por ahora no digo más; cuando nos conozcamos mejor...

Fué interrumpido por la invitación para ir a comer, y las muchachas se sonrieron entre sí. No fueron ellas el único objeto de ponderación del señor Collins; el vestíbulo, el comedor y todo su ajuar fueron por él examinados y elogiados, y esos elogios por todo hubiesen llegado al corazón de la señora de Bennet a no ser por la suposición mortificante de que él veía en todo ello su futura propiedad. La comida a su vez fué grandemente ensalzada, suplicando él que se le dijese a cuál de sus hermosas primas correspondía el mérito de su preparación. Pero aquí fué llamado al orden por la señora de Bennet, quien aseguró que ellos podían perfectamente tener un buen cocinero y que sus hijas nada tenían que hacer en la cocina. El se disculpó por haberla disgustado, y aunque ella, en tierno tono, se manifestó como no ofendida, Collins continuó excusándose próximamente durante un cuarto de hora.

CAPITULO XIV

Durante la comida el señor Bennet apenas habló; pero cuando se retiraron los criados juzgó que era ocasión de conversar algo con su huésped, y por eso sacó a colación un tema en que pensaba quedar bien ante éste diciéndole que era muy afortunado con su patrona. La atención que lady Catalina de Bourgh prestaba a sus deseos y la importancia por él conce-