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ría a ocurrir si de nuevo tomaba el libro el señor Collins; mas éste, tras de asegurarles que no se resentía con su primita y que nunca tomaría por ofensa su conducta, se sentó en otra mesa con el señor Bennet y se dispuso a jugar al chaquete.

CAPITULO XV

No era Collins hombre delicado, y las deficiencias de la naturaleza habían sido poco suplidas por la educación y la vida social; había pasado la mayor parte de su vida bajo la dirección de un padre avaro y sin cultura, y aunque él perteneció a una de las Universidades, sólo había adquirido en ella los conocimientos indispensables, sin pasar más allá. La sujeción en que su padre le había educado sirvió para proporcionarle en un principio gran modestia en su porte; mas eso se hallaba al presente bastante contrapesado con la presunción propia de una cabeza ligera de vida retirada y los sentimientos consiguientes a una pronta e inesperada prosperidad. Un afortunado azar le había recomendado a lady Catalina de Bourgh al quedar vacante el beneficio de Hunsford, y el respeto que sentía por el rango de aquélla y su veneración a la misma como su patrona, mezclados con muy buena opinión de sí mismo, de su autoridad como clérigo y de sus derechos como rector, habíanle tornado verdadero compuesto de orgullo y amabilidad, petulancia y modestia.

Poseyendo ahora buena casa y más que suficientes ingresos, pretendía casarse, y al buscar la recon-