«La idea arquetipo se manifestó sobre este planeta en la carne bajo diversas modificaciones, mucho ántes de la existencia de las especies animales que en la actualidad la representan. A qué leyes naturales ó causas, la ordenada sucesion y progresion de tales fenómenos orgánicos puedan ser sometidas, esto es lo que todavía ignoramos.» En un discurso en la Asociacion británica en 1858 habla (p. 51) «del axioma de la contínua operacion del poder creador ó del ordenado venir á ser de las cosas vivientes.» Mas adelante (página XC), despues de referirse á la distribucion geográfica, añade: «Estos fenómenos hacen vacilar nuestra confianza en la conclusion de que el aptérix de la Nueva Zelandia y la gallina silvestre roja de Inglaterra fueran distintas creaciones en aquellas islas y para aquellas islas respectivamente.» Debe «tambien recordarse siempre que el zoólogo entiende por la palabra creacion un proceso que no conoce lo que es.» Amplifica esta idea añadiendo que cuando casos como el de la gallina silvestre roja son «enumerados por el zoólogo como prueba de creacion distinta del pájaro en esas islas y para ellas, expresa principalmente que no sabe cómo la gallina silvestre roja llegó allí, y allí exclusivamente: significando tambien por este modo de expresar su ignorancia, la creencia de que tanto el pájaro como las islas debieron su orígen á una gran causa creadora primera.» Si interpretamos estas sentencias comprendidas en el mismo discurso, la una por la otra, parece que este eminente filósofo sintió en 1858 quebrantarse su confianza en que el aptérix y la gallina silvestre roja aparecieran primero en sus respectivos lugares, no sabia él cómo, por un procedimiento que no conocia cómo era.
Fué pronunciado este discurso despues de haber sido leidos en la Linnean Society por Mr. Wallace y por mí los trabajos sobre el orígen de las especies, á que he de referirme ahora. Cuando se publicó la primera edicion de esta obra, estaba yo tan completamente engañado, con tantos otros, por expresiones como «la operacion contínua de la facultad creadora,» que incluí al profesor Owen con otros paleontólogos entre los firmemente convencidos de la inmutabilidad de las especies; pero aparece, Anat. of. vertebrates, vol. III, p. 796, que era esto un error garrafal de mi parte. En la última edicion de esta obra inferí, y la inferencia todavía me parece perfecta-