cripción todavía se mantendrá buena en general, y refiero al lector a ella. Me dijeron, que los propietarios de las minas—como es algo habitual en todos los países y todas las épocas—imponen sobre el muchos datos—y que las cifras que dio, no son de confiar; pero por razones que sólo pueden ser adivinadas, me parece que todavía es imposible obtener datos más exactos sobre el rendimiento de algunas minas, incluso en este día. Los registros son generalmente imperfectos como mucho, y hay un deseo natural de no permitir al público un conocimiento completo de las minas y detalles de su funcionamiento y valor. Si una mina paga bien, popularmente siempre se supone que realmente está pagando mucho más de lo reportado; y si no pagan en absoluto, probablemente están a la venta, y se hace la mejor presentación posible.
En 1852, el rendimiento anual de las minas de este distrito fue estimado en nueve millones de dólares, de lo que una décima parte fue oro y plata el resto. Ahora es sólo un poco más de cuatro millones de dólares; pero con paz, y un capital de inversión prudente podría ser duplicado, o incluso triplicado, muy rápidamente. La población entretanto ha caído probablemente un cincuenta por ciento, y la ciudad ahora contiene solamente cuarenta y cinco o cincuenta mil personas en estimación alta.
El General Florencio Antillón, Gobernador de Guanajuato, a quien le estoy agradecido por muchas cortesías, me dio algunas interesantes estadísticas. De ahí aprendí que la actual población del Estado es de setecientos veintinueve mil, novecientos y ochenta y ocho. Esto es, en proporción a su tamaño, es el estado más densamente poblado de la República. Hay seis cientos prisioneros en la prisión estatal, en Salamanca, o ciento cincuenta menos que en la prisión
