le patearon nuevamente por bromear en tales graves circunstancias.
He aludido al nuevo superintendente de la empresa inglesa, el Sr. John Furber, quien estuvo a cargo de estas obras cuando estuvimos allí. Era un hombre joven inteligente, fino, quien nos cayó muy bien. Una vida útil y larga parecía estar frente a él. Un domingo, el 19 de diciembre, un mes después que lo vimos dejó la casa de su hermano a las 5 de la tarde, acompañado de un sirviente, para regresar a su residencia en Marfil, a una legua de distancia. Después de pasar el Cerro Trozado, fue atacado un poco adelante del cruce del caminos nuevo y viejo a Marfil, por cuatro hombres a caballo, supuestamente plagiarios, pertenecientes a la de banda el notorio Juan Durán. Tuvo lugar una lucha en la que el Sr. Furber fue herido por un disparo de pistola en el estómago, después de lo cual fue llevado, con el sirviente (quién fue vendado) en el de dirección de la hacienda de Burburron y, después de muchos curvas y vueltas, el grupo cruzó la carretera a Silao, (no a muchas millas de donde vimos los supuestos ladrones perseguidos por los soldados) y el río Santa Anna y entraron en territorio de la hacienda de Santa Teresa. En este lugar el desafortunado caballero fue colgado de un árbol, si vivo o muerto probablemente nunca se sabrá, y el sirviente, después de haber sido despojado, puesto en libertad y regresó a la residencia de su ex patrón con la noticia su asesinato.
Las autoridades inmediatamente envió a un grupo a traer el cuerpo, que fue encontrado suspendido en un árbol sin saco o chaleco, con un papel pegado a los tirantes, en el que fue escrito en tinta, lo siguiente: "Este me ha
