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MAXIMILIANO, MIRAMÓN Y MEJÍA.

de flores. Alguien había escrito en negritas, en la pared, con carbón, "¡México es Libre!" pero no vi ninguna otra inscripción. En las habitaciones de abajo, todo estaba igual a lo que fue cuando los caballos imperiales fueron sacados, después de la caída. Fuimos arriba y nos paramos en el campanario en que Maximiliano estaba cuando una bala de cañón de las baterías de Escobedo mató a su ayudante a su lado. Todos los edificios alrededor del convento estaban deshabitados, sin techo, y en ruinas, habiendo sido desmantelados por los imperialistas, o nivelados por las baterías republicanas y nunca reparados.

De Las Campanas, Maximiliano, con Miramón, Mejía, Príncipe Salm Salm, y otros, fueron llevados a la Ciudad y encarcelados por seis o siete días en el viejo convento de las Teresitas. De allí el, con Miramón y Mejía, fueron al antiguo monasterio de Los Capuchinos, y donde permanecieron bajo guardia (mientras la corte marcial decidió su caso) hasta el 19 de junio, treinta y cuatro días después de su captura, cuando salieron a morir. Maximiliano persistió hasta el último minuto en la creencia de que los descalzos y harapientos republicanos de México no se atreverían a dispararle a un príncipe de la Casa de Habsburgo-Lorena, y uno de los "Ungidos del Señor". ¡Pero lo hicieron!

Cuando en Los Capuchinos, un amigo que me acompañaba me enseñó, la ventana en que Maximiliano veía afuera, cuando el visitó el lugar durante el confinamiento del pseudo emperador después que la Corte Marcial le había condenado a muerte. Está frente al patio, y en la habitación contigua, en el otro ángulo, Miramón y Mejía estaban confinados. Mirando en diagonal a través de la de esquina de este patio, se podían ver unos a otros cuando estaban parados en sus ventanas. Cuando mi amigo entró