Al avanzar la noche, su conversación se hizo más y más afectiva y tocando lo personal. Cada uno tenía más de seis pies parados, los dos ojos azules, pelo claro, un poco tendiendo a inclinar los hombros, y poseían una joroba decididamente de camello o protuberancia en el puente de la nariz, y una considerable desviación de ese órgano de la línea perpendicular. Estos hechos no habían atraído la atención del resto del grupo en una medida considerable; pero como proseguía la bebida y el juego, las características fueron notadas mutuamente, y las comentaron abiertamente.
Mientras más pensaban y hablaban sobre ello, se convencieron más de que la semejanza era algo más que accidental, y que en alguna misteriosa y no definida manera, debería haber algún grado muy cercano de consanguineidad de parentesco.
Siguieron bebiendo y dándose mutuamente cumplidos de su mutua buena apariencia y parecido familiar, y por una curiosa fatalidad, ganando entre ellos, todo el dinero de los otros grupos alrededor de la mesa. Los miembros perdedores de la distinguida com-