los franceses, cuando cobraron $300,000 en la Ciudad de Colima, un pueblo de 20,000 a 30,000 gentes, pero se vieron obligados a levantar campamento por la de llegada el Ejército Liberal bajo el General Ramón Corona, cuando solo habían recogido $100,000. Todavía hay muchas familias francesas residiendo en el país, y considerando las provocaciones que han sufrido los mexicanos, son muy bien tratados en todas partes.
El verdor en las colinas es magnífico, y maravillosamente relajante para el ojo cansado con la vista de colinas desnudas, rojas, de Baja California, y parpadear bajo los feroces rayos de sol del trópico. Todo el transporte entre buques y la orilla, se realiza por botes ligeros; sólo hay un miserable viejo desvencijado muelle en desuso, y todo tiene que cargarse sobre el agua a tierra seca en espaldas de hombres. La bahía tiene enjambres de tiburones, y el lago con caimanes. Hace dos años, una repentina avenida forzó a los caimanes fuera del lago y a la bahía, ocurrió una lucha larga, sangrienta, y terrible, entre ellos y los tiburones. Los habitantes observaron en indiferente calma—no era ninguno de sus funerales de todos modos—y finalmente vieron a los caimanes "ser limpiados" por los tiburones. Este hecho está bien atestiguado por numerosos testigos oculares que aun viven aquí. En la playa hay maquinaria de un molino de azúcar grande, importado hace seis años a un costo de $30,000, y ahora esta tirado oxidándose en la arena. La falta de un camino de carro, y la condición entonces perturbada del país, impidió que llegara a la plantación para la cual iba, cerca de Guadalajara, y ahora se podrá quedar allí durante tantos años, antes de que los propietarios tengan un nuevo comienzo y lo lleven al interior, y lo pongan en funcionamiento.
