padre le conquistara a Roma, el hijo le llevó al evangelio.
Confío en que algunos corazones respondan a estos hechos.
Entre las muchas instituciones interesantes en México, la Escuela Nacional de Arte y Diseño es digna de mención especial. Este establecimiento tiene un inmenso plan como cualquier otra institución pública, pero en muchos detalles es imperfecta, por falta de fondos suficientes para llevar a cabo todas las ideas de sus fundadores. El edificio de piedra cortada, muy costoso, y sustancialmente construido, cubre una gran área, pero está sólo parcialmente amueblado y ocupado. Comenzó en el Siglo pasado, su estilo de arte es todavía del antiguo orden, aunque perfecto en su manera. Muchos pintores realmente finos se han graduado aquí, y sus obras cubren las paredes de los grandes salones.
Entre los recientes graduados está Felipe Gutiérrez, quien hace dos años, llamó mucho la atención en San Francisco, California, como un pintor de retratos, y después de ganar una suma respetable en esa rama de su profesión, viajó a Roma, y allí reanudó sus estudios bajo los auspicios más favorables. Escuché de el hace unas semanas, como uno de los artistas más prometedores en la capital de arte del mundo. Entre los cuadros en la pared vi y reconocí varios de el.
La gente mexicana—yo diría que la gente española americana— tiene talento natural para música, pintura, y bellas artes en general, mucho más allá que nuestros compatriotas o incluso los europeos; y la riqueza de pintura y escultura, la primera sobre todo, que se encuentra en México, en instituciones públicas y residencias privadas, es casi increíble.