se exhibía un gran drama sagrado interpretado por una compañía nativa. El tema era el nacimiento de nuestro Salvador, y las escenas ocurrían en el cielo, en la tierra, y el infierno. La obra abría con una vivida representación de conmoción en el infierno, con el anuncio de que el Salvador de la humanidad estaba a punto de nacer. No podrían plantear al diablo en mejor forma en el “City Hall” de Nueva York, e hicieron un infierno, en la obra, con un fuerte reparto. Las escenas en la tierra no fueron tan bien hechas, y el cielo no me pareció particularmente atractivo. Todo valió la pena ver una vez en la vida. Han estado construyendo por veinte años un nuevo teatro aquí frente la Catedral, y techo y paredes están casi terminados. La costumbre holandesa de dar regalos a niños y amigos en Navidad, ahora tan generalizada en los Estados Unidos, parece ser poco observada en cualquier parte de México.
Pero la gran característica las festividades de Navidad en Orizaba es apuestas. La plaza entera delante de la Catedral se da a él, y todos los que deseen abrir negocios, están bajo licencia de la ciudad. A donde iban las multitudes más grandes en vísperas de Navidad, y fui con la mayoría. A lo largo de todo un lado de la plaza hay filas de puestos dedicados a la ruleta, jugado con máquinas francesas y, al parecer, "legitimas". Multitudes todas las edades, colores, y condiciones, estaban alrededor de las mesas, y el negocio parecía ser enérgico. Generalmente, los bancos tenían una buena suma en dólares de plata, medios, cuartos, reales y medios a la vista, pero no oro. Las apuestas eran en su mayoría pequeñas—pocas excediendo un dólar—y muchos de solo un real o medio cada una. Cuando puse un dólar en el rojo como expe-
