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Cuentos y narraciones

ban concentradas la agilidad y el apasionamiento del Oriente.

Comenzó á hablar y se animó su rostro. Los ojos ora languidecían, ora lanzaban chispas, palpitaban las ventanillas de su nariz; levantábase su labio superior descubriendo una bilera de diminutos y blanquísimos dientes. Hablaba el francés con regular facilidad pero con acento extranjero, empleando giros orientales, demostrando falta de práctica y suprimiendo palabras:

—Príncipe, dijo, me llaman Mirrha... Soy hebrea.

Más no necesita V. saber por ahora. Mi padre y yo llegamos aquí hace tiempo; á principios de otoño.

Vinimos del lejano Oriente y desde el mismo día de nuestra llegada, nuestros agentes le han buscado á V. en vano.

—¡A mí, señora! ¡Es demasiado honor para un mísero mortal!

—Si le he mandado llamar esta noche, ha sido porque los designios del Único se realizan siempre y todo cuanto él dispono se efectúa. Usted príncipe, no es un mísero mortal! Ignora V. Ia importancia que tiene la vida para la humanidad.

Y al decir esto le miraba fljamente.

El principe que la contemplaba con verdadero asombro.

—Ante todo, prosiguió la joven, le haré á V. algunas preguntas acerca de sus antepasados, por más que ya tengo datos exactos acerca de ellos. ¿Es cierto que su familia es antiquísima y que sus anantecesores vinieron de la Escandinavia?

Por lo menos, eso pretenden, respondió el príncipe.

—Tengo pruebas fehacientes de que esa pretensión es cierta. Bajo el reinado de Ivan IV, llamado el Terrible, uno de sus antepasados se halló en el sitio de Kazan, donde sedujo á una hermosa cosaca llamada Gulschamal, lo cual quiere decir Ros