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Cuentos y narraciones

labios. La condesa escuchó, esto no obstante, aquella notícia, nneva para ella, con la mayor indiferencia.

¡Se ha muerto y yo no sabía nadal A las dos nos nombraron damas de honor al mismo tiempo y cuando nos presentamos, la soberana...

Y la condesa por la centésima vez contó á su sobrino aquella anécdota.

—Bueno, Paul, dijo después, Ahora ayúdamo á levantarme. ¿Lisa, donde está mi caja de rapé?

La condesa con sus doneellas pasó detrás de on biombo para continuar su tocado. Tomski se quedó solo con la joven.

—¿A quién quiere V. presentar? proguntó en vos baja Isabel Ivanowna.

—A Narumof. Ya V. le conoce.

—¡No! Es militar ó paisano?

Militar.

—Ingeniero?

—No, sirve en caballería. ¿Porqué pregunta Vsi es ingeniero?

La joven se sonrió y no contestó.

—Paul, gritó la condesa desde detrás del biombo. Traeme alguna novela nueva, pero no de las últimas.

— ¿Porquó, grand'maman?

Quiero decir, una novela en la que el protagonista no estrangule á su padre, ni á su madre y en la que no haya ahogados. Le tengo un miedo horrible á los ahogados..

—Hoy día no se estilan esas novelas. ¿La que rría V. rusa?

—Pero, ¿lay novelas rusas? Traémelas, hijo, traémolas.

—Dispenseme V., grandmaman tengo mucha prisa. Dispenseme V., Isabel Ivanowna... ¿Por qué creyó V. que Narumof era ingeniero?

Y Tomski salió del gabincte.