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Julián Juderías

» ¡Confesad! exclamó. Habéis dejado que entre un ladrón.

—»¡Amo! te juramos que no hemos dejado entrar á nadie, respondieron los criados.

—»Entonces los culpables sois vosotros. ¡Confesadlo!

—»El amo sabe que soy cojo y que no puedo dar dos pasos por el camino más llano.

—»El amo sabe que soy ciego y que no se andar solo.

Pero el amo entonces hizo que el cojo trepasc sobre el ciego y les llevó al arbol.

Entonces les dijo: Así es como habéis hecho..

Lo mismo ocurre con el hombre. El cuerpo inanimado yace, puro y dócil, radiante de paz yde tranquilidad.

»¿Cómo podría yo pecar, se dice, si soy ciego y no puedo ver las tentaciones; si ignoro los caminos que á ellas conducen?

Y yo, preguntó el alma, cómo podría sucumbir? si desde el punto y hora en que te abandoné vucla inmaculada por los aires al igual de las aves si yo era ya inmaculada antes de estar cautiva en un cuerpo.

»Y dice el Todopoderoso: lo que habéis hecho es esto. Coge al cuerpo, lo une al alma y los pone al pie del árbol de la vida cuyos frutos suspendeny cautivan.

»Y la vida del hombre empieza y en esta unión del cuerpo y del alma aparece el misterio, el horror y á la par la felicidad suprema de existir.»

III

Un rico se moría. Durante toda su vida habia sido avaro y duro de corazón. Cuando le echaban en cara su avaricia contestaba: «El dinero lo es todo."