Página:Páginas eslavas - Cuentos y narraciones (1912).pdf/23

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
21
Julián Juderías

que se alzaba en un jardincillo plantado de cerczos, á orillas del Dnieper.

Después del banquete se fué á la taberna y allilo vieron tendido en un banco, fumando su pipa y vaciando lentamente un jarro que tenía delante.

Miraba á los que entraban y salían con ojos satisfechos sin acordarso siquiera de la aventura de la vispera. Antes de salir, le pagó al tabernero, judío de nación, con una moneda de oro.

Mientras Tomás comía y bebía, habíase esparcido por la cindad el rumor de que la hija de ano de los propietarios rurales más ricos de la comarca, residente á unas cincuenta verstas de Kiew, había enfermado en circunstancias muy raras. Según se decía, había salido, la joven á dar un paseo por la campiña y había vuelto á su casa tan rendida de cansancio, que de allí á poco agonizaba. Antes de caer en el letargo que precede á muerte, manifestó la desgraciada doncella el deseo de que las oraciones por la salvación de su alma las dijese durante los tres días siguientes al de su muerte un seminarista de Kiew, llamado Tomás Brut.

Todo esto lo supo este último de labios del Rector, que habiéndolo mandado llamar á su presencia le ordenó que, sin dilación alguna se aprestase á la marcha, para cuya más rápida realización había enviado el padre de la moribunda criados y un vehiculo.

El filósofo se estremeció á impulsos de un temor inexplicable. Lúgubres presentimientos lo asaltaron, y sin saber por qué respondió que no iría.

—Oye, dómine Tomás, exclamó el Rector, cuyos modales y expresiones al hablar con sus subordinados solían ser extremadamente corteses: ¿Quién diablos te ha preguntado si quieres ir ó no? Una cosa te advierto y es, que si ta carácter asoma la oreja y te pones á filosofar, haré que te den tantos