Página:Páginas eslavas - Cuentos y narraciones (1912).pdf/44

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
42
Cuentos y narraciones

éste. Una vez allí, desearon al filósofo que llevase á feliz término su cometido y lo dejaron solo, no sin haber echado la llave á la puerta conforme á la orden expresa del solnik.

VI

El filósofo se quedó solo. Primero, bostezó; estiróse después; á continuación se sopló en las manos y por último paseó la mirada alrededor suyo.

El féretro yacía en medio del templo. Ante las ennegrecidas imágenes ardían velas que iluminaban el presbiterio, pero cuya luz apenas llegaba al centro de la iglesia, dejando sus apartados ángulos envueltos en profundas tinieblas.

El alto y vetusto presbiterio mostraba á las claras el abandono, y sus tallas doradas brillaban solamente en algunos sitios por haberse ennegrecido en otros y caídose completamente el oro en los demás. Los rostros de los santos habían sufrido idéntica transformación y aparecían sombrios y medrosos.

El filósofo paseó de nuevo la mirada por la Iglesia.

—¿De qué voy á tener miedo? murmuró. Nadie puede entrar aquí y por lo que hace á los muertos y á las apariciones sé plegarias que con solo recitarlas no me tocarán ni al pelo. ¡Leamos!

Llegado que hubo al coro reparó en unos paquetes de velas.

—¡Magnifico! exclamó. Voy á iluminar la iglesia de tal suerte que se verá en ella como si fuese de día. ¡Ja! ¡ja! ¡qué lástima que en la mansión del Señor no pueda fumarse una pipa!

El filósofo colocó velas en todas las cornisas, en los facistoles, delante de todas las imágenes, sin reparar en el número, de modo que la iglesia se llenó