Página:Páginas eslavas - Cuentos y narraciones (1912).pdf/55

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
53
Julián Juderías

ja ha pecado muy regularmente cuando así la proteje el diablo.

Pensando en estas cosas penetró en el patio de la casa señorial. Habiéndose animado algún tanto con las reflexiones de que hemos hecho mención rogó á Dorosch (el cual merced á la amistad que le unía al encargado de la bodega entraba en ésta enando le venía en gana) que le trajese nn frasco de aguardiente y habiéndolo traido, se sentaron bajo un cobertizo y despacharon cosa de medio pellejo de tan preciado licor.

De pronto se puso el filósofo á dar grandes voces diciendo:

—¡Eh! ¡músicos! ¡Qué vengan los músicos! Y sin esperarlos siquiera se fué á un lugar despejado y se puso á bailar no parando de moverse, con gran contento de la servidumbre que formaba círculo alrededor suyo, hasta la hora de la cena. Cuando se detuvo, escupió y fuese diciendo á cuantos lo miraban:

—¡Así baila un hombre!

Después se tendió y se quedó tan dormido que para despertarlo tuvieron que rociarlo con agua fría. Cuando cenó se puso á decir que él era cosaco y que no tenía miedo á nada ni a nadie.

—Ya es hora, dijo Yabtuj. Vayamos.

—Permita Dios que se te seque la lengua, maldito! murmuró cl estudiante. Vamos allá, añadió en voz alta.

Durante el camino miraba á derecha y á izquierda y charlaba alegremente con sus acompañantes, pero Yabtuj guardaba silencio y Doroschi no parecía tener ganas de contestarle.

La noche era infernal; los lobos aullaban á lo lejos en bandadas y el ladrido de los perros era medroso.

—¡Parece que los que aullan son bichos raros y