Página:Páginas eslavas - Cuentos y narraciones (1912).pdf/64

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
62
Cuentos y narraciones

sobre el pecho la blanca cabeza coronada por los años y por las victorias.

De alli á poco terminó el festin y ambos, al lado uno de otro y en silencio salieron del palacio y se encaminaron al harem.

La noche era obscura; no habia luna ni estrellas ocultas como estaban por las nubes que á modo de espeso tapiz cubrían el cielo.

Caminaban en la sombra el padre y el hijo. De pronto dijo el Kan El Asbad:

—Mi vida se extingue de dia en día y cada vez palpita con menos fuerza mi vicjo corazón y cada vez hay menos fuego en mi pecho. La luz y el calor de mi existencia eran las amantes caricias de la cosaca. Dime, Tolaik, dime tanto la necesitas?

Llévate cien, llévate todas mis mujeres á cambio de ella...

Tolaik Algalla suspiró y guardó silencio.

—¿Cuántos dias me quedan de vida? Pocos, muy pocos son los que he de pasar ya en la tierra.

La última felicidad de mi vida es ella, es esa joven rusa. Ella me conoce, ella me ama. ¿Quién me amará á mí, anciano, cuando no esté ella? Ninguna, Algalla!

Algalla callaba.

—¿Cómo voy á vivir, sabiendo que tú la abrazas, que ella te besa? Para la mujer no hay padre ni hijo, Tolaik. Para la mujer todos nosotros, hijo mio no somos más que hombres... Tristes serán para mí los días. ¡Pluguiera al cielo que mis viejas heridas se abriesen de nuevo, Tolaik, y que mi sangre se derramase! ¡Mejor fuera para mi no pasar de esta noche!

El hijo callaba. Detuviéronse ambos frente á la puerta del harem y, silenciosos, inclinada la cabeza sobre el pecho, permanecieron largo tiempo. La obscuridad reinabá en torno de ellos, corrían ve-