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Julián Juderías

loces las nubes por el cielo, y el viento, agitando las copas de los árboles, cantaba.

—La amo hace mucho tiempo, padre, murmuró Algalla.

Lo sé, más se también que ella no te ama, repuso el Kan.

—Mi corazón se hace pedazos cuando pienso en ella...

—¿Y el mío cuál quedará después? Y de nuevocallaron. Suspiró Algalla.

—Está visto que es verdad lo que una vez me dijo un santón: la mujer es siempre dañosa para el hombre. Cuando es bella despierta en los demásel deseo de poseerla y su esposo es presa de los celos; cuando es fea, su esposo, codiciando á las demás, es víctima de la envidia; y cuando no es hella ni fea, el hombre la convierte en hermosa y comprendiendo más tarde su error, sufre por ella...

—La sabiduría no remedia los males del corazón, dijo el Kan.

—Compadezcámonos mútuamente, padre..

El Kan levantó la cabeza y contempló tristemente á su hijo.

—Matémosla dijo Tolaik.

—Te amas á ti mismo más que á ella y más que á mí, murmuró el Kan después de breve silencio..

—Y tú también...

Y de nuevo callaron.

—Sí, y yo también; dijo el Kan lleno de tristeza.

El dolor lo convertía en un niño.

—Qué, ¿la matamos?

—No puedo dártela, no puedo, dijo el Kan.

—Y yo no puedo más; ärráncame el corazón ó dámela.

—El Kan guardó silencio.

—La arrojaremos al mar desde lo alto de lasrocas.

—Arrojémosla al mar desde lo alto de las rocas,