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San Martín, que no tenía ni veinticinco pesos que disponer, ordenó á su asistente diese á:

Heras la mejor casaca de su valija. ¡La me caeaca de San Martín estaba Tota!

En efecto, diez y ocho días después, el 5 abril de 1818, el ejército argentinochileno obte la espléndida victoria de Maipo, una de las r notables y completas de la guerra de la indep doncia. Las Heras mandaba en aquel día derecha de la línea y á la cabeza de un betal sostuvo un terrible combate, coronado por el é to, tocándolo al fin ser uno de los que comple ron la victoria á la rotaguardia del enemigo, V Próxima á realizarse la expedición del P quo meditaba San Martín, la guerra civil c devoraba á la República Argentina, indujo ali bierno llamar á sí el Ejército de los Andes, pi consolidar su autoridad vacilante y dominar desorden.

Las Heras se hallaba interinaniente al man del ejército.

San Martín, comprendiendo que la revoluci sc perdía si tal resolución so llevaba á cabo, h renuncia del mando del ejército, dirigiéndose 1 una nota á los jefes en atención á que el gobi no nacional había en cierto modo caducado, of ciendo sus servicios al jefe que se nombrase p substituirlo.

Nunca fueron más grandes que este día compañeros de San Martín, y en especial Las I ras, llamado por su reputación y sue servicios mando del ejército. Fué el primero que se pron